lunes, 19 de mayo de 2008

- Las LetraS del BosquE -



"La historia que les voy a contar tiene un principio -como todas -, pero aún no tiene un final." Es una historia de fantasía, una historia que sólo entenderán si realmente creen en el poder de las palabras. Una historia que jamás conté y que sin embargo siempre estuvo entre mis dedos.

Hace muchos años, cuando mis sueños respetaban una lógica y mis cuadernos se llenaban de relatos pude descubrir en el Noreste del país, Las letras del bosque. Así es como se conocía al lugar de donde salían todos los cuentos. Todo aquel que amaba la escritura había viajado hasta él para verse por dentro. Un bosque terrorífico que escondía los paisajes más extraños que encontré en mi vida.

Cómo llegué allí, es todo un misterio que nunca he querido descifrar, aunque sé que a día de hoy todavía a ciertos personajes que lo siguen intentando.

Corría el año 1981. Era otoño, la estación que elegí que fuera, por ser mi preferida. Me encontraba en una ciudad castellano-leonesa, lugar donde me crié, en la casa de mis padres. Si apunté la hora se perdió en algún papel por el camino. En aquella época contaba los minutos, ahora creo que es un detalle insignificante que no restará valor al resto de la historia.

Encerrada en mi cuarto, encima de la cama con cuaderno de cuadrícula y bolígrafo robado, continué el proyecto de novela que todo soñador de la escritura empieza cuando es pequeño basado en torpes sentimientos y azañas desprendidas de cualquier realidad. Me sucedía, que como artista que era, seleccionaba fragmentos para poder realizar un día en un teatro. Al mismo tiempo dibujaba escenarios de colores deseando poderlos pisar en un futuro cercano.

Supongo que así sucedió todo. Un dibujo, un deseo y aparecí en el bosque al lado de un árbol peculiar y de tres personajillos que no esperaba encontrar ya que no formaban parte de mi obra.

Primero di con Tristán. Me enamoraron sus ojos azules. Sentado en la tierra con su espalda apoyada sobre el árbol, garabateaba algo en una hoja suelta. Tenía aire de poeta. Levantó la mirada y me saludó como si ya nos conociéramos.

En otro lado se encontraban Unai y Joel, de pie, observando de arriba a abajo cada poro del tronco en busca de algún detalle que más tarde entendería.

- ¡Llegas tarde! - Me dijo Unai.

- ¿Perdón?

- Habíamos quedado hace una hora. No podemos perder el tiempo Laia. Este es un caso importante ya te lo dije - insistió Joel.

- No sé de que me habláis. No os conozco. Ni si quiera sé como he llegado hasta aquí.

- Soy Tristán - se presentó el poeta levantándose - estabas escribiendo, pensaste en este bosque y aquí estás. Es sencillo. Estos dos están buscando la puerta que nos lleve al otro lado, bueno realmente como entrar dentro de este viejo - dijo señalando el árbol -. Se supone que si conseguimos llegar a sus raíces descubriremos el porqué de todas nuestras palabras escritas. Se creen detectives.

- Muy gracioso. Soy Unai vengo de la capital. No me creo nada, simplemente investigo. Me gustan ese tipo de historias. Este es mi socio Joel,- no se molestó en mirar- Francés. Ya se ha cargado a unos cuantos personajes, así que te sugeriría que te pusieras manos a la obra si quieres salir viva de este lío.

- ¿Y porqué dices que habíamos quedado?

- Porque así ha sido. En un momento dado los cuatro nos hemos puesto en contacto. No sé en que estarías pensando tú, pero está claro que has reaccionado tarde.

Yo seguía sin entender nada. Reconozco que por un instante tuve miedo, pero salvo el matón, los otros dos no tenían pinta de haber roto nunca un plato. Eché un vistazo rápido a los alrededores. El lugar era extraño, sé que a cualquier otra niña le hubiera parecido terrorífico, yo por suerte, ya estaba curada de espanto.

- ¿Y tú porqué no ayudas? - le pregunté a Tristán que había vuelto a sentarse.

- Aunque no lo creas lo hago.

Observé el dichoso árbol sin saber muy bien que estaba buscando. Llegué incluso a fingir interés, hasta que dejé de hacerlo pasados unos minutos porque vi algo que se salía de lo normal.

- ¿Qué estás dibujando? - grité acercándome desde lo lejos a Tristán.

- Ojos ¿Por qué?

- Porque eso es lo que me pareció antes. Creo que he encontrado algo.

Los tres chicos me siguieron. Les señalé unas hojas amarillas de una rama que por raro que pareciera era totalmente negra. Cuando me quise dar cuenta Joel había salido corriendo y ya trepaba hasta la parte que señalaba.

- Esa hoja, ¿la ves? tiene ese mismo dibujo.

Joel arrancó la fina rama y la dejó caer. La dejamos en el suelo como si se tratara de un tesoro intocable y nos agachamos alrededor.

- ¿Por qué dibujas ojos? - le preguntó Unai.

- Lo importante no es el ojo, sino hacía donde mira.

Miramos la hoja de la derecha.

- ¡Tiene forma de llave!

Unai se levantó y empezó a buscar una grieta en el tronco.

- Tiene que haber una ranura, una grieta que encaje con esta forma.

Comenzamos a palpar cada milímetro sin perder detalle de cualquier extrañeza que se nos pudiera presentar como posible pista. Apuntábamos y dibujábamos todo lo que veíamos. Norte, Sur, Este y Oeste. Cada uno nos encargábamos de nuestra parte.

No sé cuanto tiempo pasó. Podrían ser horas incluso días quien sabe, ni el sol ni la luna nos acompañaban y si hubiéramos intentado buscar una estrella nos habríamos perdido en el intento. El cielo era tan azul como un océano perfecto. Las agujas del reloj no se movían en el más allá. En algún momento pensé que estaba muerta. No podía estar soñando.

Agotados decidimos descansar y poner en común todo lo que hasta ese instante teníamos. Nada. Bueno miento... Un ojo y una llave era algo. Nos intercambiamos las anotaciones y dibujos y paseamos por los cuatro puntos cardinales sin encontrar la pieza que debería encajar en el puzzle.

- Creo que nos estamos olvidando de algo - dijo Joel - No relacionamos.

- ¿A qué te refieres? - preguntó Unai.

- Tristán y su ojos. Laia y su llave.

- ¿Mi llave? - dije sorprendida.

- Tu colgante. Me he fijado antes. Es una llave.

Me quité el colgante mirando fijamente a Joel. Ese chico me ponía nerviosa. Puse sobre la hoja la cadena de plata, me levanté y me fui de allí.

- Sólo quedamos nosotros dos, socio - oí que decía Unai mientras me alejaba - las otras pistas dependen de ti y de mi.

Cuando regresé Tristán se encontraba sentado con la espalda apoyada en el árbol, la mochila a su izquierda y escribiendo en un blog de pintura. Unai y Joel repasaban una historia que un día escribieron juntos.

Me senté sin decir nada y esperé órdenes. Si hubiera sabido salir del bosque lo habría echo sin pensar, pero me temía que hasta que no acabáramos con el caso no sería posible, y prometo que pensé una y otra vez en mi hogar, dibujé mi habitación y deseé volver a casa. No fue suficiente.

Juraría que me estaba quedando dormida cuando escuché un grito.

- ¡Lo tengo! - dijo Unai - Dejamos un caja enterrada en el puerto para ocultar la pistola del último asesinato. Tiene que estar oculta aquí, bajo la tierra. Con ella hay un mapa.

Nos miramos sorprendidos pero inmediatamente supimos que podía tener razón. Ni pregunté por la pistola, ni por el asesinato, la historias que escribieran ya me daban igual. Nos situamos los cuatro en nuestros puntos y comenzamos a retirar tierra con nuestra manos. Y como era de esperar entre Unai y Joel apareció la caja con la pistola y el mapa en su interior. A partir de ahí todo fue más sencillo.

Unai se colocó en primer lugar y el resto le seguimos. Cuatro pasos al norte, diez a la derecha, dos al frente y veinte nueve a la izquierda. Un pergamino sobresalía de debajo de una piedra. Otro mapa más y la solución.

Corrimos de vuelta al árbol. Joel sacó de su bolsillo mi colgante, lo envolvió con la hoja del árbol que tenía el ojo de Tristán y Unai lo introdujo en su posición a cincuenta palmos de la tierra. Una pequeña puerta se abrió y pasamos a su interior.

Lo que sucedió entonces fue algo que jamás podré olvidar. Nos sumergimos en un pasadizo repleto de palabras. Paredes de cristal describían nuestra siluetas, el reflejo de nuestras almas infantiles. El suelo no era de tierra y sin embargo las raíces salían del mismo formando escaleras que alcanzaban la altura de un rascacielos. No podía creer que estuviera dentro de un árbol. Ni en lo más profundo de mi imaginación hubiera encontrado tal historia.

Cada uno tomamos un camino diferente. Las historias nos guiaban por nuestra propia vida. Juro que tuve sensaciones que no recordaba. Me vi salir del vientre de mi madre, mis primeros pasos, las primeras palabras, el primer día de cole... el ingreso en el hospital con dos años, las riñas de mis hermanos, la muerte de estefaní... incluso mis propios pensamientos cobraban vida. Reí y lloré hasta cansarme y todo pasó ante mi como un libro gigantesco repleto de imágenes, diálogos y cuentos que se organizaban en mis diez años de existencia.

Al final acabamos todos en el mismo punto. En lo más alto de donde quiera que estuviéramos ( era imposible creer que era el interior del árbol). No hablamos más. Nos comunicamos a través de las miradas. El silencio acompañado de los latidos de nuestros corazones se transformó en la banda sonora más bella que pude escuchar.

La palabra FIN se dibujó en una nube en lo alto del techo de donde salían rosas. En ese momento echamos a correr escaleras abajo. Con los pulmones apunto de aparecer por las bocas salimos llenos de energía.

Ahí no acabó todo. Al recuperar la respiración, todo el paisaje que teníamos alrededor pasó a formar parte de un puzzle y nosotros éramos una pieza más. El árbol terminó de secarse hasta morir y sus hojas formaron un final.

Sigue alimentando tu vida con sueños y no olvides que la llave te abrirá muchas puertas si te lo propones.

Esa fue mi mensaje. Cada uno tuyo el suyo propio, y lo sé porque lo vi en sus ojos. No tuvimos tiempo de despedidas. El puzzle se deshizo sin avisar y yo volví a mi casa, supongo que porque allí es donde empezó mi aventura.

Cuando me vi de nuevo en mi habitación empezaba a anochecer. Recuerdo que me asomé a la ventana y recé a la luna, aquella que desapareció en el bosque, y mientras lo hacía una estrella fugaz dejó escrito en el aire: HASTA PRONTO

Pero como dije al principio de la historia, este relato tenía un principio - como todas- pero no un final. Al menos el mío no ha llegado aún. Hace unos días recibí una nota de Joel en uno de sus libros. El Epílogo decía así:

" ... He intentado volver muchas veces a las letras del bosque pero ha sido imposible. Si una vez llegaste hasta allí sabrás que jamás podrás volver. Sin embargo Laia, Unai y Tristán regresarán para morir allí. Nos vemos el lunes 29 de Noviembre del 2049...

... La historia continuará. "


Hasta Entonces. Me despido.
Laia. Mayo ´31.
.
A Joel, Unai y Tristán

10 comentarios:

Anónimo dijo...

He tenido que aceptar tu invitación, y me alegro de haberlo hecho. Me ha encantado la historia, ya imaginarás porqué. Bueno, y no solo porque me emocione y me haga sentir vivo y cercano, que también, si no porque está llena de esa magia que tan bien reflejas y que tantas veces echo de menos...

Un beso enorme, de los grandes grandes de verdad...

Rebeca Gonzalo dijo...

Estoy aún metida en el bosque y me encantaría conocerlo de cerca en algún momento. Ha sido una historia maravillosa, repleta de magia y fantasía. Por cierto, hasta ahora no lo había dicho, pero tienes unas fotos preciosas en el blog y veo que lo has modificado un poquillo, al menos la cabecera. ¡Enhorabuena por las fotos, las historias y todo!

Óscar Sejas dijo...

¡Hola Jara!¿Cuánto tiempo eh? Me alegré mucho de volver a verte por mi blog.

Tu historia me ha gustado, ese bosque es un tanto misterioso, los personajes...no sé, me he quedado con ganas de más. Así que hale...avanza tu reloj hasta el 2049 y danos el gusto de ver que sucede cuando se vuelvan a encontrar.

¡Esto promete!

Un abrazo

Pugliesino dijo...

Y no podrá volver porque una vez dentro ya no salió de el.
Nadie sale del bosque mágico,tan solo las palabras pugnan por salir e impregnarse de la magia que significa ser escritas.
Y ese lugar existe,más allá de los sueños,en el concejo de la ilusión,en el monte Tibleos.
Precioso relato.

y no me liaron para leerla ;) :p

yo, la reina roja dijo...

Muy bien contado. Y sí, del bosque de las palabras, los letraheridos ya no vuelven.

Anónimo dijo...

Joder nena...
Siento mucho que tengas que haberme avisado para pasar por aquí; y si encima me encuentro un cuento tan fantástico como este... bufff.
Me ha encantado; y sabes que cuando lo digo es porque es la verdad. Tiene algo... tiene algo que dice que deberías continuarlo; pero no ahora, sino de aquí a un largo tiempo (tampoco en el '49).
Me han gustado mucho los personajes, el escenario y la manera de contarlo desde tus ojos.
Respecto a lo que me decías en el msn... inténtalo, pero toca pulirlo un poquito, sólo un pequeño poquito ;)
Muchos besos cielo, y gracias por invitarme a tu blog.
Nos vemos!!!
PD:Por cierto... no sé de qué me suena a mí ese... Joel gabacho...

Popi dijo...

Apunto la fecha en la Popiagenda, pero que el tiempo siga siendo el que es, que no corra ni más ni menos, pues perdería la magia que también nos regala la realidad.
Me gusta el nombre, mucho.
Y nada de :(
:)

tormenta dijo...

Lo mejor los personajes, encantadores. los cuatro son una inspiración.
la magia nos hace todavía más hermosos de lo que ya somos, no crees? y el mundo está lleno de ella, por todos lados, allá donde mires. que tu alma sepa captarla e inundarse de ella es un regalo irremplazable.
muchos besitos bonita!

BarakKhazad dijo...

woooooo! q increible historia, y q energía y anhelo desprende! :-)

el principio me ha recordado un poco a El Laberinto del Fauno, por lo del bosque, la niña, la búsqueda de pistas, etc.
y el final, un poco a Jack y las habichuelas mágicas :-)

jejeje. me alegro de haber encontrado esta historia en el cyberespacio :) voy a darme una vuelta por tu blog, a ver qué más descubro :) un saludo!

wannea dijo...

Que bonita, en verdad todo lo que sale de los labios de una niña es bonito pero esta historia más aún, el sitio es lo que todo escritor querría imaginar, los personajes son cada uno un mundo, las pistas, y sobre todo el final, ese mensaje en un libro que todo el mundo quiere leer al menos una vez en su vida.
Me ha gustado, y mucho
Bessos wapa