sábado, 12 de enero de 2008

LUCAS y los sueños.

"Pasaron varios días hasta que alguien cayó en la cuenta de que los sueños habían desaparecido". Noa se había empezado a sentir extraña. Sus despertares ya no eran pensativos y todo se reducía a exprimir las naranjas para el desayuno. Al abrir la ventana del cuarto una mariposa posada en la repisa llamó su atención. Enseguida corrió hacía el otro lado de la habitación, abrió el armario, revolvió su interior y de una cofre herido sacó su agenda-diario.


Día 11 (ayer) no había señal. Día 10, tampoco, 9 vacío. Pasó las hojas rápidamente. 8- nada, 7- rota, 6- completa pero sin señal, 5- en blanco, 4- pintada, 3- disfrazada, 2- manchada de cacao, 1- purpurina; 31 deseo pedido.

Las páginas se amontonaban en su mente. No podía ser. ¿Se habría cumplido su deseo? 11 hojas y en ninguna aparecía la mariposa que indicaba que esa noche había soñado con él. En principio sonrió, pero luego algo en su estómago le hizo creer que no todo iba bien. Cogió su mochila y se fue corriendo a clase.

En la puerta del colegio se encontró con Draco, le cogió del brazo y lo apartó bruscamente de la gente.


- ¿Se puede saber qué te pasa? - Le dijo Draco sorprendido.
- Hace 11 días que no sueño con él. - le espetó intentando recuperar su respiración.
- ¿Con quien?
- ¡Con Lucas!, ¿con quien iba a ser?
- Bien. ¿Eso es lo que querías no?
- Sí, pero... creo que hay un problema.
- ¿Un problema?
- Es que ya no sueño con nada.
- A veces no se sueña Noa, no seas paranoica. O quizás si lo hayas hecho y no te acuerdes. Yo no recuerdo la mayoría de mis sueños.
- ¿Tú has vuelto a soñar?
- No lo recuerdo. Creo que no, no sé.
- Tengo que contarte algo Draco. Aquella noche no sólo pedí no soñar con él. Rogué que se terminaran los sueños.
- ¿Y desde cuando se cumplen los deseos? Vámonos a clase o llegaremos tarde Noa.


Noa se quedó decepcionada. En el fondo sabía que Draco tenía razón y quizás fuera todo una estupidez, pero seguía preocupada. En nueve años de vida nunca antes había tenido esa sensación.

Entró en el colegio y subió las escaleras intentando pensar en cada uno de esos días que había pasado. ¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta antes? Un día sus pensamientos eran invadidos por ese chico, y de la noche a la mañana es como si no existiera. Ni si quiera era consciente de lo ocurrido en la última semana y media. De repente se percató que era como si no hubiera existido. Debería haber leído las cosas del diario. Se le estaba nublando su existencia por momentos.
Al llegar a clase sus ojos fueron directos al sitio de Lucas. Estaba vacío. Pasó toda la mañana mirando hacía la puerta esperando que la sonrisa entrara acompañada de esa mirada brillante. No hubo suerte.
Sonó el timbre que indicaba que el día había terminado. Se acercó a la mesa del profesor y preguntó por él.

- Disculpe Diego, ¿Sabe que le ha ocurrido a Lucas?
- Está enfermo.
- ¿Y sabe cuando volverá?
- No se sabe nada Noa. Está muy malito.

Noa regresó a casa inquieta, triste, enfadada. No quiso comer nada. Cuando pudo deshacerse de su madre cogió el inalámbrico del salón, fue hacia el baño, echó el pestillo y se metió en la bañera. A veces lo hacía. Se metía allí, cerraba la cortina y se quedaba todo el tiempo que le era posible, (normalmente hasta que su hermano empezaba a aporrear la puerta porque quería entrar) o hasta que se le pasaba lo que fuera que le ocurriera en ese momento.

Tecleó el número de Lucas y esperó a que alguien al otro lado le respondiera. No existió ese alguien. Lloró sin saber muy bien porqué, y allí sentada siguió intentado que le cogieran el teléfono.

Casi una hora después Noa se dio cuenta que tanto su madre como su hermano no se habían percatado de que no estaba. Cuando salió de su "escondite" comprobó que se encontraban dormidos.

Se encerró en su habitación, no sin antes poner un cartel fuera para que no la molestaran. Encendió el mp3 y tomó el diario entre sus manos sentándose en medio de la cama. Para Elisa sonaba una y otra vez en sus oídos. Le encantaba esa canción. Beethoven conseguía con esa melodía acercarla a aquel escenario con el que siempre había soñado despierta. Era maravillosa sentirla sin parar porque con ella recordaba a Lucas delante del piano. Con esas notas le sentía tan cerca que parecía que no hubiera dejado de soñar jamás.




En mitad de la noche despertó. ¿En qué momento se quedó dormida? Alguien había invadido su intimidad al traspasar la puerta para taparla. ¿De qué servía dejar mensajes si nadie los respetaba?

Buscó su diario nerviosa y lo encontró debajo de la almohada, quizás ella misma lo hubiera dejado allí. Sería mejor pensar eso, si no tendría que partirle las narices a alguien y a su madre mejor que no le levantara la mano, y era la primera opción, porque estaba segura que su hermano no había entrado y mucho menos a arroparla.
No consiguió cerrar más los ojos. Hubiera sido lo ideal. Creía que cuanto más durmiera más posibilidades tendría de volver a soñar.

El despertador sonó pero no para despertarla. Se cambió de ropa y al abrir la ventana comprobó que la mariposa seguía allí. ¿Estaría enferma?

No desayunó. Fue al colegio deseando encontrarse con Lucas, pero al llegar allí su pupitre seguía vacío. Volvió a preguntar por él al profesor y todo transcurrió como el día anterior. Sin esperanzas, mirando a la puerta.

Al acabar la jornada corrió detrás de Draco.

- ¿Puedo hablar contigo? - Le preguntó Noa.
- Sí claro. ¿Como van esos sueños?
- Muy gracioso. Necesito que me des el bote de pestañas que te di el día del deseo.
- Lo escondí en el teatro.
- Ve a buscarlo por favor.

Los dos fueron al aula de teatro del colegio. Draco levantó un tablón suelto del escenario y lo recogió.
- Gracias.
- ¿Para qué lo quieres?
- Necesito deshacer un deseo.

Cuando llegó a casa su madre le abrió la puerta con mala cara. Noa supo que algo pasaba y que tenía que ver con Lucas.

- Tengo que hablar contigo Noa.
- ¿Qué le pasa a Lucas?
- Como sabes que...
- No lo sé. ¿Qué le pasa?
- Está ingresado. Está muy malito.
- No me hables como si fuera tonta mamá.
- Si quieres podemos ir a verlo.

Si su madre le llevaba al hospital significaba que Lucas tendría que estar muy mal porque su madre nunca iba con ella allí si no quedaba otro remedio. Cuando murió su abuelo su madre la llevó a verlo.

Noa dejó la mochila tirada en el suelo y lloró en silencio. Su madre la agarró de la mano y salieron de casa dirección al autobús que las acercaría a aquel lugar horroroso de visitar. La otra mano, dentro del bolsillo del abrigo, guardaba un bote con pestañas.

Habitación 302. Un monólogo.

- Mira lo que he traído Lucas. Es el bote de pestañas que empecé a guardar para ti. Sé que no conocías la existencia del mismo, pero eso es igual porque un día decidí que no te lo daría. Lo tiré, pero me dio tanta pena que tuve que recogerlo. Seguí guardando pestañas hasta hace 12 días Lucas. Pero fui egoísta y ahora me siento fatal. El día 31 pedí mi deseo de fin de año y le di el bote a Draco para que lo escondiera. No quería seguir guardando pestañas ni pensar en ti. Y pedí el peor deseo que alguien como yo pudiera pedir. Dejar de soñar contigo. Bueno si te soy sincera pedí no volver a soñar.
Lucas nunca se habían cumplido mis deseos, yo no pensé que... El caso es que puse la pestaña en mi mano derecha y encima la izquierda, hice mi súplica y volteé las manos, entonces la pestaña pasó a estar en mi mano izquierda. Así es como se supone que se cumplen los deseos. Debería haberla soplado para que desapareciera pero la guardé aquí.
Hace doce días que no sueño contigo ni con nada. Draco tampoco sueña o al menos no se acuerda, y el resto del mundo me da lo mismo Lucas porque ahora sólo me importas tú.
No sé por que te estoy contando esto. Soy tonta. Sólo quiero deshacer mi deseo y que vuelvas a clase.
Draco dice que no estás aquí por mi culpa, pero yo no quiero que te pase algo y no pueda volver a soñar contigo. No quiero que te pase nada Lucas. Por favor perdóname.

Un instante:

Noa se sentó en el suelo. Abrió el bote y dejó caer las pestañas encima del jersey que estiró hasta que cubrió sus rodillas. Pensaba hacer la operación contraria con todas las pestañas mientras suplicaba volver a soñar, pero no hizo falta. Inexplicablemente una de ellas era ahora canosa. Cogió la pestaña y volvió al lado de Lucas.

- Quiero volver a soñar, quiero volver a soñar, quiero volver a soñar, quiero volver a soñar, quiero volver a soñar...

Repitió la frase más de mil veces en voz alta hasta que su volumen fue cesando hasta convertirse en un susurro, en un pensamiento dentro del corazón. Mientras hacía esto miraba a Lucas y le apretaba la mano.

- No me abandones Lucas, quiero seguir soñando contigo. Aunque me duela, aunque no me permita olvidar. Quiero seguir soñando contigo.

En ese momento Lucas despertó y la miró fijamente. Casi sin mover los labios le dijo:

- Volverán los sueños con las mariposas.
- Pero como...
- Acabo de soñar con ellas.

Noa abrió los ojos sin creer lo que acaba de oír. Fue un instante pero volvió a ver su sonrisa y esa mirada brillante que tanto le gustaban. Despegó su mano y fue gritando a avisar a la enfermera. Los padres de Lucas entraron en la habitación. Noa se quedó fuera con su madre. Estaba sonriente, lo había visto despertar. Se miró la mano y se dio cuenta que la pestaña no estaba allí. Se alarmó. Entro en la habitación, directa hacía Lucas, sin que su madre pudiera evitarlo. Le abrió la mano y encontró la pestaña allí. Ya no era canosa.

Golpeó rabiosa el pecho de Lucas y comenzó a gritar. El padre de Lucas la abrazó hasta tranquilizarla.

- Yo sólo quería volver a soñar, repetía una y otra vez entre sollozos.


Un sueño. Una lectura

Esta noche he vuelto a soñar Lucas y cuando me desperté la mariposa ya no estaba en mi ventana. Hoy no te veré en clase porque yo tampoco he ido, pero mañana cuando mire hacía la puerta tu sonrisa no aparecerá. Ni me podré dar la vuelta para mirarte fijamente.
Quité la pestaña de tu mano y la guardé en otro bote que Draco ha enterrado en el parque junto a sus sueños y los míos, los que teníamos en este instante y queríamos compartir contigo. Los de verdad, no esos que sólo ocurren de noche cuando se duerme. Draco dice que soñarás eternamente. No te olvides de nosotros Lucas ni de las mariposas.
Sueña con tu madre que está muy triste y dale ánimos desde donde estés, ella seguro que te sentirá. Dale mucha fuerza a tu padre que agarra muy fuerte a tu madre y me abrazó hasta tranquilizarme cuando encontré la pestaña.

He vuelto a pedir un deseo, que dejes de soñar para estar con nosotros. Porque prefería el dolor de antes que éste que siento ahora y que me recorre todo el cuerpo. Sobre todo duele aquí, en el corazón.
¿Sabes Lucas? No existen pestañas en el mundo para que sepas cuanto te quiero.

18 comentarios:

Jara dijo...

Para aquellos que no leisteis LUCAS pasaros por allí y entendereis un poquito más esta historia.

BESOS.

Sureña dijo...

Es una pena que hayamos perdido tanto la ilusión y la inocencia que ya ni le pidamos deseos a nuestras pestañas... con fácil y bonito que es soñar...

Me ha encantado...

Un beso!

JT dijo...

Precioso, me ha tenido conmovido todo el tiempo, aveces con un sentimiento alegre, otras con total tristeza. Muy bien escrito.

Anónimo dijo...

yeye -

Yo no quería que Lucas muriera, o al menos no todavía !! Quería más historias del niño sin pestañas !! joooo !!
Aún así, me ha parecido una historia preciosa, y me ha sacado la lagrimilla :)
...Pediré un deseo como antaño, fiándome de una pestaña jejeje
Muchos besos

Anónimo dijo...

¿Sabes Jara? Tampoco quedan palabras en el mundo que puedan explicarte lo que estoy llorando...

Enhorabuena niña, esto no lo escribe cualquiera y, de hecho, nadie lo haría como tú.

P.D. Ya me conoces... pero esta vez no voy a soltarte uno de mis monólogos, porque sabes perfectamente lo que pienso de esto que has escrito...

Un millón de besos guapa!

Pedro dijo...

Una autentica preciosidad Jara, de princio a fin. Quizás un tono un poco triste para mi gusto, pero es igualmente encandilador. Una narración soberbia, que pese a la extensión no se me ha hecho larga, es más el cuerpo me pedía más.

Un abrazo y una pestaña,

Pedro.

Unknown dijo...

si, lo leí y me gustó...

Anónimo dijo...

Impresionante, nena.
Me has dejado sin palabras ante tal relato sublime.
Cada día mejor que el pasado.

Un beso, capullina! ;)

Pugliesino dijo...

Una historia que supo hallar el camino del alma y emocionarla.
Dificil, muy dificil llegar al final sin hacerlo. Enhorabuena.Un abrazo

alguien dijo...

Me he fijado en los detalles. Sueños, pestañas, Draco... en un instante y en una historia. Ya leí Lucas en su momento, aunque en silencio. Ahora nos prestas una historia inevitable y narrada con delicadeza e inteligencia.
Preciosa, Jara ;)
mil besos

Óscar Sejas dijo...

Tanto tiempo sin pasar por aquí y me encuentro con esto...

Simplemente magistral. Destila calidad en cada línea. He de reconocer que me ha conmovido, creo que aprenderé una hermosa lección igual es hora de empezar a guardar las pestañas para pedir deseos cuando de verdad hagan falta.

Muchas personas cuando "nos dejan" pasan a vivir en nuestros corazones.

Un abrazo.

ELPULGARZITO dijo...

Mas novela q cuento no?
tambien me gustaron los pies de foto o viceversa.
y cierta empatía amen de las no donaciones (condon aciones?) o no soluciones.
Claro, hay luz....y mucho cuento!!!

Anónimo dijo...

Me gustó!!

¡Puedo decirte que me atrapaste!

Recordaba los nombres de los personajes, pero no la historia, voy a ver si me paso por allí.

Anónimo dijo...

Te has superado a tí misma Jara. Creo que es lo más bonito que he leido de tí y desde luego, el mejor cuento que he leido esta semana.
Yo también me alegro de volver aunque sea de vez en cuando. Me siento mucho mejor aquí con todos vosotros unidos por el cordón umbilical de cuentacuentos.
Un abrazo y espero poder volver a publicar la próxima semana.

tormenta dijo...

muy chulo, casi casi tan bonita como la primera parte. Lucas estaba hecho de sueños por eso tuvo que marcharse, los sueños son de este mundo, pero están en otra parte.
Un gran beso.

Anónimo dijo...

Este relato es una verdadera maravilla. Me ha encantado, desde que supe que continuarías con Lucas sabía que estabas escribiendo algo bueno, pero no podía imaginar hasta qué punto. Es conmovedor, tierno, doloroso y real sin caer en cursiladas ni tópicos. Es un sueño del que no despertar. Enhorabuena, por hilar algo tan especial, y gracias por compartirlo.

Un beso enorme.

Jan Lorenzo dijo...

No lo había leído y he tenido que hacerlo...

Me encanta!!

atenea dijo...

Aquí me tienes otra vez (al final me las leo todas en una noche, verás :P).

¿Qué te voy a decir? Una historia preciosa, muy tierna y, aunque triste, me ha encantado.

Muua!!

PD: A por la siguiente... vas a cansarte de leerme hoy, es lo que toca ;) jaja